En un recorrido por pozos de fracking e instalaciones petroleras de Petróleos Mexicanos que fueron medidos con una cámara térmica FLIR -que detecta compuestos químicos que tienen absorción infrarroja- , se detectaron altas concentraciones de gases de efecto invernadero (86 veces más contaminante que el CO2)-
Las organizaciones Alianza Mexicana contra el Fracking y Earthworks al recorrer pozos fracturados en Poza Rica y Papantla, en Veracruz también detectaron que los gases emiten compuestos orgánicos volátiles COV (benceno, tolueno, etano y propano, entre otros), que tienen impactos en la salud y contribuyen a la crisis climática.
Algunas de estas instalaciones están cerca de viviendas y escuelas.
En conferencia de prensa, Alejandra Jiménez y Cecilia Navarro de la Alianza Mexicana contra el Fracking detallaron que el recorrido realizado en octubre pasado, se evidencia que el fracking se usa sin las mínimas medidas necesarias para proteger a las poblaciones vecinas y mitigar sus impactos ambientales.
“Los pozos visitados han sido fracturados desde 8 o 10 veces hasta más de 70 veces. Son pozos agotados. Cada nueva fractura extiende su vida brevemente: meses o semanas. Los impactos ambientales en términos de la cantidad de agua que se usa y después se vierte, contaminada, en los llamados pozos letrina, para nada hacen sentido con la cantidad de tiempo adicional de extracción de hidrocarburos que se logra”, detallaron.
En el recorrido los expertos se encontraron con instalaciones en operación sin el mantenimiento adecuado, pozos abandonados sin ningún proceso de limpieza y remediación, emisiones continuas de gases tóxicos en zonas densamente pobladas, comunidades sin agua y con diversas afectaciones derivadas de la extracción de hidrocarburos mediante fractura hidráulica.
¿Qué se halló en el recorrido?
Durante el recorrido se visitaron plataformas con pozos fracturados tanto en yacimientos convencionales como no convencionales de la zona Activo Integral Aceite Terciario del Golfo.
Entre las instalaciones documentadas están: pozo 26 y 428 del Campo Poza Rica; Campo Santa Agueda; Plataforma Remolino 1984 (operada por Weatherford); Campo San Andrés y Campo Furberos. Aquí se encuentran los pozos con mayor número de fracturas del país, entre ellos: Presidente Alemán- 1336, San Andrés-5044 y Furbero-1559, con 93, 85 y 70 fracturaciones cada uno, de acuerdo con datos expuestos por Cartocrítica.
El Campo Poza Rica #26 emite grandes cantidades de metano y diversos COV. Las dos ventanillas ubicadas encima del generador están abiertas, y emiten fugas constantes de hidrocarburos y de contaminación. La cabeza de este pozo tiene mucho crudo a la intemperie y un fuerte olor a gas. Este pozo está a una calle de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana en Poza Rica, junto a una parada de transporte, rodeada de casas habitación y comercios.
El Pozo Poza Rica 428, ubicado a dos calles de la oficina del ayuntamiento municipal, en medio de una colonia, entre casas, tiendas y otros pequeños negocios. En esta instalación son constantes las emisiones fugitivas de metano y otros COV. El pozo se encuentra en un área cercada por una cinta amarilla y avisa que hay emisiones de sulfuro de hidrógeno (H2S o ácido sulfhídrico) en el lugar. El sitio es usado por los vecinos como si de un parque público se tratara, en donde se ejercitan y pasean a sus perros en andadores que rodean las instalaciones. Al preguntarle a las personas que vigilaban si no detectaban las emisiones ácidas continuas, dijeron que sí, pero que se disipan rápido.
La planta de ciclo combinado de la CFE de Poza Rica opera dentro de una ciudad de 200 mil habitantes. Una de sus 4 chimeneas emite metano y otros gases. Las plumas viajan lejos, y la cámara
FLIR evidenció que hay una combustión incompleta de los gases que emite. Esto es especialmente delicado porque se encuentra en una zona donde hay escuelas, casas y tránsito continuo de personas.
Las plataformas Remolino 1994 y Remolino 1791 albergan unos contenedores rojos improvisados; las ventanillas de ambos ventean gases continuamente y emiten diversas plumas con hidrocarburos al aire. Las fotos infrarrojas muestran que el gas sale a temperatura media, lo que significa que la combustión es parcial.
El campo 1994 contiene unas 13 otras cabezas de pozo, casi todas con señales de derrames de crudo debajo de las cabezas de pozo. El Remolino 1791 tiene unos 16 pozos, y dos tanques viejos que ya no operan. Por lo menos en dos de estos pozos hay fugas. Hay crudo tirado alrededor de la mayoría de estos pozos.
Central Turbinas, ubicada en la zona de San Andrés, Emiliano Zapata, también está rodeada de casas y tiendas. Presenta una emisión continua de gases tanto de la planta de compresión como en las válvulas. Hay un quemador de gas continuamente prendido que también emite metano y gases volátiles. Los habitantes de la zona comentan que a veces emite olores muy desagradables.
En esta misma zona hay un pozo ya abandonado, dentro de un contenedor de cemento; almacena una mezcla de agua y crudo que burbujea constantemente. Las imágenes de gas óptico muestran una constante fuga de metano y otros compuestos volátiles. El pozo lleva abandonado 5 años, nadie le da mantenimiento. El pozo de agua de una familia que vive a 100 metros de distancia de esta instalación ahora está visiblemente contaminado por crudo, por lo que parte de sus recursos económicos los tienen que destinar a la compra de agua potable.
También los vecinos de la comunidad El Escolín, donde también hay pozos fracturados, reportaron que se secaron sus manantiales a raíz de que comenzaron los proyectos de fractura. A la fecha, destinan parte de sus ingresos a la compra de agua en pipas y garrafones.
La Planta de Deshidratación de Pemex, San Andres II, también emite plumas de hidrocarburo de un olor ácido. No hay ninguna señal de advertencia de qué se está emitiendo para quienes pasan por ahí ni para empleados.
Campo Furberos, ubicado en Coatzintla, Veracruz, hay 16 pozos y tres sets de gasoductos que llevan el gas a otros lados. Algunos de estos pozos han sido fracturados hasta 70 veces. Si bien ninguno tenía fugas, dos de los tres gasoductos sí emitían gases fugitivos desde sus válvulas de escape.
Un problema recurrente en el recorrido es que los pozos en los que se emplea la fractura hidráulica no solo generan daños durante su vida útil, sino también cuando han sido abandonados, pues continúan emitiendo gases contaminantes a la atmósfera.
“Poza Rica es sorprendente. Yo no había visto tanta contaminación en un contexto urbano en ninguno de los países donde Earthwork ha hecho esta documentación. Y en lo que se refiere a las áreas rurales, es muy preocupante la cercanía de pozos y otras instalaciones a comunidades, casas, escuelas”, comentó Patricia Rodríguez, de Earthworks, quien condujo la documentación con la cámara FLIR.
Explicó que: “el aire lleva al gas más lejos. Para la gente que vive cerca de un pozo esto presenta un peligro, no es recomendable respirar aire cargado de metano u otros hidrocarburos. No hay manera de evitar que las comunidades vecinas lo respiren. Además, esos gases se escapan a la atmósfera y contribuyen al calentamiento global, razón suficiente para exigir que se tomen medidas para evitar que estas infraestructuras sean abandonadas y que se siga usando el fracking”.
El recorrido reafirma la importancia de dejar de utilizar la fractura hidráulica para la exploración y extracción de hidrocarburos, por sus afectaciones para la gente de las comunidades vecinas que ya de por sí se encuentran en condiciones de vulnerabilidad.
“El fracking no llega solo. Los habitantes de las comunidades vecinas se ven obligados a comprar agua, porque se secan sus manantiales y fuentes de agua. En cada comunidad que visitamos escuchamos una historia de despojo, de desinformación, de abandono. La gente percibe la presencia del fracking en sus vidas de muchas formas, las principales son que sus manantiales se comienzan a secar y las emanaciones y malos olores que deben respirar, en ciertos periodos incluso con daños para su salud. Nadie les responde, nadie los atiende dignamente”, afirmó Alejandra Jiménez, integrante de la Alianza Mexicana contra el Fracking.
AVC